A veces, la soledad tan prolongada me pone muy, muy triste.
Y pensar en todo lo que no sé acerca de compartir me hace más daño.
A veces me doy cuenta de que, pensándolo,
realmente no sé ni para qué ni cómo estar con gente.
Y eso me pone muy, muy triste.
A veces, sin embargo, en medio de eso,
me acuerdo
de que acepté no saber.
De que las cosas pasan igual.
Y me acompaño en mi soledad.
Y es un poco más liviano,
y un poco más lindo.
Y las cosas pasan, igual.
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