ES IMPORTANTE SABER

miércoles, 29 de febrero de 2012

Mucho tiempo traté de convencerme de que mi predilección por Apolo se debía a ser él el patrono de las ciencias, las artes, la profecía y la sanación.
Cosas a las que me creo afín.

O a que fuera más amable que Marte, a que fuera el Sol del Medio: equilibrado, austero, central, esencial.
A la esperanza de que su sobriedad característica me rescatara de los excesos en que suelo incurrir y que han mermado mi cuerpo.

Al simple gusto por identificarme con lo soberbio y majestuoso.



Pero la verdad es que soy un hombre pequeño y lleno de temores, y por eso detesto los caminos de la luna y el mar.

Y estoy muy resentido con la tierra: siempre fue fría y estéril para mi.
No otra cosa más que un desierto de nieve y sal.

Así que no quedan, no hay diosas para mi.

Como un hombre mezquino que gusta de ensombrecerse.
Esa fue mi búsqueda del Sol.