ES IMPORTANTE SABER

sábado, 7 de abril de 2018

Dos teorías proyectivas de porqué mi gato tiene tránsito lento

Una: porque le apliqué una crianza abandónica como la que tuve yo. Los primeros tiempos en casa estuvo mucho tiempo solo siendo muy chiquito, y encima la mitad de las veces que estaba lo maltraté, así que quedó con miedo de moverse, de hacerse notar, etc. Por lo tanto, ir al baño era una inconveniencia que instintivamente trató de evitar, reteniendo todo lo máximo posible. Le trasladé un miedo a moverse que tuve yo, a través de tratarlo como fuí tratado.


Dos: porque yo mismo soy ambicioso y codicioso, al modo retentivo anal, y el I Ching tiene razón al decir que hay entre los seres vivos una influencia tal que la impronta de los más fuertes se imprime en los más débiles por vía metafísica. Mi tendencia a no soltar trabajos, plata, actividades, amores, etc., se imprime en mi gato y lo vuelve aferrado a lo único que pueden producir los bebés y los gatos, que es caca.






lunes, 19 de marzo de 2018

Femininjas del karma

El karma revisitado

Pensando en mis alumnos de tarot, me dí cuenta de que se acerca el momento de hablar sobre la influencia de la causalidad entre los condicionantes que tienen que dar por sentados, y me encontré nuevo pensando en la “mala” definición de karma y cómo ejemplificar la “buena”.
Me encontré de vuelta rumiando y agregando como siempre nuevas ideas a este concepto erróneo de karma y causa y consecuencia como una cosa simétrica, una vuelta de bumerang llena de sobreentendidos, proyecciones y fantasías de que el universo nos debe algo por nuestras acciones.
“Si hacés el bien el universo te recompensa”.
“Si hacés el mal el universo te castiga”.
Esta idea que hasta hace poco identificaba con una cuestión judeocristiana de asumir que el universo está gobernado por una conciencia omnipresente que juzga nuestras acciones, casualmente con los mismos criterios que nosotros. De pensar que entendemos las reglas del universo y entonces a través de lo que sea que consideremos “bueno” podemos hacer que un poder absoluto se congracie con nosotros y nos premie dándonos lo que sea que deseemos, a lo que también vamos a llamar “bueno”.
Que hoy mismo me di cuenta de que también es una superstición hiperpagana: simplemente la esperanza de que haya fuerzas mágicas alrededor que nos consideren merecedores de nuestros deseos y nos ayuden a cumplirlos por acciones no relacionadas. Ganarme la lotería por ayudar a una viejita a cruzar la calle, ese tipo de cosas.
Ahí me cayó la ficha, otra vez, de que el karma son los padres. Esa presencia omnipotente que nos premia caprichosamente con golosinas cada vez que alguna acción random le cae bien.
Peor aún, de que ese karma son esos padres en el mismo sentido en que esos padres son papa noel: no existen, más que en la perspectiva infantil.
Los padres reales tienen defectos por kilos en los buenos casos y por toneladas en los malos. Si tus viejos se partían el culo trayendo pan a la mesa, entonces no estaban en casa en todo el día, y eso hacía que te sintieras solo y desprotegido durante muchas horas a la semana, y de alguna forma tuviste que manejar eso. Y eso es parte de las experiencias formativas que hoy te constituyen: la respuesta que construíste a un sentimiento de desprotección producto de tener padres proveedores, o sea buenos.
Eso sí es karma. Eso es causa y consecuencia.
Y el karma tiende a ser asimétrico: siembro una semilla y sale una flor. No hay vinculación manifiesta entre una acción y su resultado, más que la causalidad. En el largo plazo, claro, la flor da nuevas semillas y aparentemente se restablece la simetría. Pero esa no es la característica del karma sino de los ciclos. La característica del karma radica en importar si lo aplico a generar un ciclo u otro. Si siembro flores o peras. Si me quedo en mi casa con mi hijo para que esté acompañado o salgo a trabajar para que esté provisto.
Con qué beneficios y perjuicios elijo relacionarme.
Con la inercia de qué camino.

Los feministas ninjas.

Pasé por el Ciclo Positivo en Casa Brandon, aprovechando que queda al lado de mi casa.
Es un centro cultural enfocado en las sexualidades disidentes, así que hay mucha teoría y práctica de feminismo y deconstrucción de género. Y cuando digo “práctica de deconstrucción de género”, me refiero a que cualquier habitual de Casa Brandon tiene relación frecuente con todo tipo de personas transgéneros, intergéneros, etc: travestis, mujeres trans, varones trans, y el amplio arco de identidades actualmente presentes.
Haciendo puerta me tocó escuchar de costado a uno de los organizadores, Lucas Gutiérrez, hablar con Nico Deppetre de “las cuerpas hormonadas” y algo así como que “no corresponde responder a eso”. Interrogué por el chusmerío y me cuentan que x persona trans (nacida varón, actualmente identidad femenina por opción), que apoya su transición con hormonas, está actualmente internada por no sé qué situación de enfermedad. Que en la comunidad trans se sabe que tiene un conjunto de canciones grabadas y se habló de la posibilidad de recolectar dinero para pagarle una edición, de modo que desde su internación pueda al menos vender discos y tener algún ingreso económico.
Y que habló muchas veces muy mal de Lucas, pese a lo cual él participaba de la colecta.
Lucas, Nico y Luciano, con quien estaba haciendo puerta, estaban todos de acuerdo en que más que responder a los malos dichos de X sobre Lucas, lo que correspondía era colaborar en la colecta y apoyar la situación de internación. Tanto por la necesidad de figuras generadoras de arte y cultura trans, como por una jerarquía de prioridades humanas. Por principios de militancia, por así decir, y por simple empatía.
También rondó la idea de que muchos de los malos dichos de X surgían de su condición de hormonada, que le induce desequilibrios y un carácter conflictivo (eso también es karma: la influencia de la neuroquímica en la percepción de la vida, del entorno y en las propias acciones, también es causa y consecuencia). No se dijo en ese momento, pero sé que Lucas como portador de hiv+ tuvo sus propios desequilibrios anímicos inducidos por la medicación. En ese sentido, daba la sensación de ser un conocedor benévolo del karma, que no tiene ganas de ajusticiar a otros por las mismas consecuencias que tuvo que sufrir en carne propia.
Y por un lado, por un momento, admiré el compromiso efectivo de estas tres personas con una causa y con cuestiones humanísticas por encima de cuestiones personales. Y también me sentí reconfortado de estar entre gente con las prioridades claras.
Pero al otro día, pensando en cómo explicar el karma a mis alumnos, me dí cuenta de que había presenciado también un movimiento mucho más profundo en este sentido, donde todos, pero particularmente Lucas, se habían sustraído de una lógica para someterse a otra. Las acciones de Lucas para con X no dependen de su relación sino de la actitud de Lucas hacia un colectivo o situación humana. En ese sentido las acciones de X dentro de la relación entre ellos se vuelven contingentes y secundarias respecto del contexto total, que es a lo que Lucas elige responder.
Así, la autoestima de Lucas, su autoimagen y su acción se realimentan desde una fuente menos mezquina, más abarcativa, más noble y generosa; más sólida que la contingencia, las idas y venidas de una relación particular, para responder a la persona y su circunstancia.
Y lo mejor viene acá, porque en esta acción Lucas ata su propio karma a un escalón superior: al no permitir que sus acciones se determinen por la cotidianeidad concreta (X hablando mal de él), la cotidianeidad concreta subsiguiente (cada vez en el futuro que X hable mal de él), realimenta su autoconciencia de haber tomado una decisión que lo pone por encima de lo cotidiano. Su autoestima, su autoimagen, la valoración que haga de sí mismo ya no dependen de lo que otros piensen o digan de él sino de su propia sujeción a sus principios. En ese acto, toma las riendas del destino y derrotero de estos espejos psíquicos que también ejercen gravedad sobre nuestro espíritu y las ata a algo que sólo está en sus propias manos. Y de este modo, independientemente de que un día y todos los días va a tener que rendir cuentas ante sí mismo, se sustrae de la inercia del mundo.

Y eso es muy ninja.

domingo, 28 de abril de 2013


La visión me mostró cómo todo nos va a ser quitado al final.
Cómo busqué lo esencial con dedos que se deshacían en el camino.
Cómo encontré la pieza faltante, cerré la fisura en mi alma,
y pude perder todo
pude ser despojado
primero del cuerpo
después del orgullo
finalmente, de los retazos de mi mente:
los recuerdos, la identidad del yo,
la preocupación por la coherencia
la percepción del tiempo

todo me fue quitado en la visión,
y la sensación no fue
de pérdida ni de liberación
se sintió solamente como dar otro paso
como un barco avanza por el río,
no porque quiera o deba
sino simplemente
porque así son las cosas.

sábado, 29 de diciembre de 2012

año


Por acto de voluntad, retengo en mí el paso de los días.

Dejan de ser hilo de agua que se roba mis partículas, huella que horada y se come mi ser a través del desgaste.

Empiezan a ser masa, a forjar una nueva inercia.

Una fuerza cada vez más imparable que me acerca a mi destino.

Respiro hondo y abrazo la dirección que trazaran todas las condiciones de mi nacimiento: los astros y la historia, mis rencores de clase, los traumas de mi familia y los que agregué yo mismo.
Los relámpagos liberadores del amor, donde estuvieron y donde los vaya a encontrar.

Abrazo juntos, mi destino y la posibilidad de ser libre.

Frente a mi, hacia mi, como un tren, un rayo de luz.

lunes, 11 de junio de 2012

La Rueda de la Fortuna por Adro Tenembaum

Características Generales de los Arcanos, Mayores y Menores

Todas las cartas de tarot son llamadas Arcanos, palabra cuya traducción más regular dice que significa "misterios".
Porqué una cosa cualquiera puede ser llamada un "misterio" tiene que ver con una actitud existencialista que se basa en el hecho de que todo, absolutamente, tiene una superficie, que es lo primero que se conoce y en la cual la conciencia refracta, lo que le impide (a la conciencia) adentrarse de un solo vistazo en la profunda y verdadera naturaleza de la cosa percibida.
En epistemología se suele decir por esto que el primer obstáculo al conocimiento es el conocimiento mismo.

Lo que hacen las 78 cartas del mazo de tarot es representar, a través de metáforas, otras tantas situaciones de la vida, buscando abarcar así la totalidad de las experiencias significativas que cualquier ser humano puede atravesar.
Por un lado, cada situación es en si misma un "misterio", según lo antedicho y por otro, cada carta representa solamente lo genérico, lo medular, de cada situación. Por lo que, en una lectura, la carta es un cascarón a romper para poder penetrar con mayor profundidad en la situación concreta hacia la que señala.

Las 78 cartas se dividen en 56 Arcanos Menores, divididos a su vez en cuatro palos, como los mazos comunes, y 22 Arcanos Mayores.

Los Arcanos Menores reproducen situaciones vitales más o menos circunstanciales pero arquetípicas, de acuerdo a un código numérico por un lado, un código basado en los palos por otro, y una representación pictórica o visual que intenta condensar y manifestar todas las metáforas posibles que surgen del cruce de ejes números / palos.
Intentan agotar, en cincuenta y seis combinaciones, todas las circunstancias significativas posibles. Por esto es que buscan lo central antes que lo anecdótico: separan, por ejemplo, el concepto de “tregua” del de “paz”, porque ambas cosas son similares pero diferentes, pero trata de evitar la definición de una forma específica de “paz”, para que la carta pueda representar la paz en la vida de cualquier consultante, independientemente del resto del contexto: saber si es paz laboral, si es paz conyugal, si es paz conseguida tras largas luchas o no, etc., llega a través del resto de las cartas, en cada lectura.

Los Arcanos Mayores, en cambio, no tienen ejes genéricos, y el contenido de cada uno desborda cualquier grilla: son un conjunto especial de conceptos trascendentes. Prescinden del cruce que hacen los Arcanos Menores entre número y palo, y son cada uno la abstracción de un aspecto fundamental y, al mismo tiempo, complejo, de la experiencia humana.
Algunos porque remiten al funcionamiento teórico del universo, otros porque remiten a aspectos no circunstanciales (sino permanentes) del ser humano.

Si los Arcanos Menores metaforizan la variedad de la experiencia humana, los Arcanos Mayores representan la estructura desde la cual se la vive e interpreta, las matrices conceptuales desde las que se generan las ideas que expresan la experiencia existencial, y las experiencias inevitables que esta estructura atraviesa en el desarrollo de una vida humana.
Son conceptos al mismo más abarcativos y de mayor peso que los Arcanos Menores.

Damos por sentado que estas cartas representan no solo experiencias posibles, sino también espacios de la psique preparados especialmente para hacer posibles estas experiencias.

De todas las teorías sobre el origen del tarot, adherimos a las que no señalan un autor o cultura particular, así que no es posible saber quién o en qué circunstancias concibió los diseños de los Arcanos Mayores, pero es nuestra creencia que, quien haya sido, tuvo el talento suficiente como para acceder a contenidos profundos y estables del inconciente colectivo
Esta es la base del postulado más fuerte e interesante de la corriente de tarot a la que adherimos: que es que los Arcanos Mayores representan factores y funciones psíquicas universales.

Son, desde este punto de vista, los ladrillos elementales con los que trabaja la mente de cualquier ser humano: independientemente de su cultura o contexto, toda persona interpreta la realidad desde estructuras psicológicas subconscientes.
Suponemos que estas estructuras psicológicas subconscientes que determinan la percepción e interpretación del mundo son universales, y que no se las puede definir de un amanera terminante, pero que los Arcanos Mayores representan una formulación extremadamente aproximada a su contenido más básico.

Y esta es la razón de que no tengan un orden conceptual: de la misma forma que no se pueden numerar los órganos internos de una persona porque no hay ninguna necesidad lógica de que el corazón esté antes o después que el esófago, no se puede dar una jerarquía definitiva y consistente a todos los constituyentes de la psique, aunque algunos aparezcan más relacionados entre sí que otros, y eventualmente, en diferentes conjunciones de cartas, se puedan establecer relaciones de paternalismo, de dirección, de subordinación, etc.
Pese a esta falta de orden intrínseco, o precisamente para paliarla, quizás, se han propuesto varias formas de “hilar” los Arcanos Mayores entre sí, y aquí exponemos brevemente dos: la noción de que representan el desarrollo psicológico de un individuo y la de las virtudes cardinales, dado que las consideramos fértiles a la hora la interpretación y reflexión.



Los Subgrupos dentro de los Arcanos Mayores

Los Arcanos Mayores tienen, según varias corrientes teóricas, entre uno y varios arcos argumentales, comunes a los 22 y superpuestos según niveles de interpretación entre psicologicistas y cósmicos, dependiendo del tipo de fenómenos a los que aludan.
Según quién, en el desarrollo de las 22 cartas, puede leerse el desarrollo psicológico de un individuo desde su nacimiento hasta la máxima madurez posible, o puede estudiarse el funcionamiento teórico del universo, o pueden encontrarse todas las instancias de la vida política y social humana.

Algunos grupos de cartas pueden aislarse según estas ideas: de esta forma, las “Virtudes Cardinales” explican la física teórica del tarot según la cual funciona el universo, en el nivel mínimo conceptualizable.

De la misma forma, hay un conjunto de cartas que representan al individuo, sus componentes psicológicos y sociales y lo básico de su acción en el mundo.

Estas cartas son las que van del Cero al Siete, siendo Cero y Uno, El Loco y El Mago, las expresiones del individuo en su aspecto más infantil y más desarrollado respectivamente, y las siguientes cuatro los componentes iniciales y fundantes de cualquier individualidad.


Las virtudes cardinales

Dentro de los 22 Arcanos Mayores, algunos autores distinguen cuatro de ellos como el subgrupo especial de las “virtudes cardinales”.
Según cada autor, estas virtudes son adjudicables a, o representadas por, los cuatro elementos, cuatro arcángeles específicos (Uriel, Rafael, Miguel y Gabriel,), cuatro dioses paganos, cuatro demonios babilónicos o cuatro santos católicos (Mateo, Marcos, Juan y Lucas ).
Este debate no importa demasiado para nosotros porque, dadas las características de las “virtudes”, que ahora veremos, no resulta obvio ni imprescindible que su número preciso sea cuatro, con lo que la fuerza argumental de la idea decae, si bien su fuerza poética (y mnemotécnica) se mantiene.
Lo que hacen las “virtudes cardinales” es crear y sostener el mundo.
Donde falta alguno de estos principios, la energía se escapa, la materia se desmorona o confunde y la conciencia no encuentra apoyo, por lo cual, exista o no algo más allá de la trama de las virtudes, es incognoscible para nosotros.
Estas virtudes son: la Templanza, la Justicia, el Amor y la Fuerza. Cada una comparte características con las otras, pero mantienen reinos y funciones definidas.
La Templanza integra y economiza: junta elementos dispares y mediante su acción los funde en otro elemento distinto dejándolo, idealmente, en su punto justo, en su centro exacto. Es el metabolismo que transforma lo que uno come en uña, ojo, hígado. Es la sinergia.
La Justicia, por el contrario, discrimina: hígado e intestino pueden estar cerca, tocarse y pertenecer al mismo cuerpo: ser el mismo organismo. Pero cada uno es cada uno. La fuerza que mantiene identidad y característica de cada uno es la acción de la Justicia, indicando quién es quién y qué le toca recibir y hacer.
El Amor es lo que motoriza todo esto: es la intención de acercamiento entre las cosas, es el fluír del sentimiento y la atracción, la tendencia a asociarse. Es el sistema circulatorio del universo, la emoción.
Finalmente, la Fuerza, es el sostén, la sangre misma. Es el Chi, el Ki, el Prana. La energía que, llevada por el amor o por sí misma, se zambulle en la materia y la convierte en carne. Es la vida misma: en el umbral entre la conciencia más mínima y la nada, vida inconfundible.






 Arcano Mayor Número 10: La Rueda de la Fortuna

La versión del mazo Rider de esta carta la ubica entre aquellas que contienen en escena al total de las fuerzas universales, o virtudes cardinales.
En esta carta es donde, por primera vez y producto del aprendizaje de la paciencia del Ermitaño, el individuo accede a una perspectiva de la realidad que trasciende su propia escala.
Como primera vez, es necesariamente limitada, pero extremadamente útil.

La Rueda de la Fortuna representa el dinamismo, la tendencia al movimiento de la realidad desde su aspecto más básico y crudo, dentro de lo perceptible por el ser humano: todo aquello que esté sostenido por las condiciones básicas de existencia – Templanza como integración, Amor como motor, Justicia como organización y Fuerza como sostén – entrará en movimiento, indefectiblemente.

El movimiento en sí es inabarcable, pero la característica fundamental del cerebro humano como órgano perceptivo es encontrar o crear orden en el mundo. Y el movimiento es la única fuente de la sensación de tiempo.
Por lo tanto, dentro del movimiento de todo lo que existe, encuentra los ritmos subyacentes y crea series dentro de la sucesión inacabable de hechos que ocurren.
A partir de entonces, el individuo tiene para siempre un pie en cada lado: un ojo en medio del río, mirando la corriente venir de frente, y otro en la orilla, viéndola pasar, desde una perspectiva más “objetiva”.

Cuando se contemplan las cosas desde el ojo dentro del río, todo es veloz, fugaz y diverso, diferente.
Cuando se las contempla desde la orilla, el cerebro comienza a encontrar similaridades y procesos: la luna de cada es noche es siempre diferente, pero en treinta días regularmente engorda y enflaquece, late. Cada atardecer es único, pero siempre es seguido por la noche, y luego por el día y otro atardecer. Todos los niños crecen, y se chocan con la adolescencia, todos los matrimonios tienen su crisis del séptimo año.

Cada vez que un patrón rítmico, una serie, recomienza, se activa la metáfora de La Rueda y lo circular.

La visión del movimiento intrínseco, íntimo de la realidad y la magnitud infinita de ciclos que contiene, tienden a producir en los individuos una sensación de sobrecogimiento reverencial y asombro casi religioso, que puede derivar en dos caminos diferentes: una parálisis y una actitud de “rendirse” ante la vida, porque “todo es demasiado” y “todo ocurre sin necesidad de nuestra intervención”, cuando estas sensaciones de inmensidad chocan contra un ego demasiado constituído, o una “reposada urgencia a la acción”, surgida de la tranquilidad de que, si bien hay cosas que sí se lleva la corriente, también hay otras que vuelve a traer, siempre, por lo que el trabajo que no se puede realizar en un solo día no necesariamente se pierde, y alcanza con flotar atento para ir sumando una oportunidad ganada tras otra, y acumular, y realizar un día lo impensable.

Las figuras de las cuatro esquinas de la carta representan a las virtudes cardinales, en diferentes encarnaciones.

Las que giran alrededor de la rueda representan los dictámenes “Yo mando”, “Yo he mandado” y “Yo quiero mandar”, así como tres dioses egipcios (cuyos nombres no recuerdo pero) que representan la vida, muerte y resurrección, entendidas como la dinámica que mantiene vigente el total de la vida a nivel planetario.

Las letras hebreas y la palabra “Taro” dentro de la rueda aluden a un intento del argumentista del mazo (Richard Waite) de vincular el tarot a la Torah, y por lo tanto a la Kabala y la tradición filosófico – religiosa hebrea, y por último a la estructura del nombre de Dios dentro de esta religión. Una exageración respecto del tarot, a mi gusto, pero una muestra cabal de la importancia que tiene esta carta y este concepto en realidad, porque la idea final, es que el nombre de Dios está inscripto en el total de los acontecimientos que puede percibir el ser humano, e implicado en el orden, tanto en el orden subyacente que sustenta a los acontecimientos, como en el orden que los acontecimientos despliegan y que les permite ser comprendidos como tales por los seres humanos.

Pueden ser, entonces, palabras clave para la interpretación de la carta: percepción del tiempo – paso del tiempo – lo cotidiano, el día a día – el ciclo – lo que se repite solo – altibajos y vaivenes

martes, 6 de marzo de 2012

Color se extiende lentamente con morbo en los bordes porque saben van a devorar lo que tocan, siempre.

En algún lugar, el resorte de una cuerda se desenrolla marcando la expansión.

Puede ser la única parte que sabe la duración, la vida real.
"El tiempo no existe" dice, "pero mi extensión si". En verbo y sustantivo.

Reloj interno determina la aparición de volumen, y color no pasa a obsoleto, pero se vuelca y cede la importancia del momento.
Suben burbujas que estuvieron siempre contenidas en él desde el principio: textura y olor, cadencia. Los hijos del primer momento que escapan hacia sus propios caminos, apuntalando mediante hilos invisibles, inconcientes, la consistencia del todo.
Sus mismos pasos son la fuerza que tira del resto y emerge lo demás, lo que iba a ser desde antes.

Todo se solidifica y el momento se define. Inevitablemente va a cambiar otra vez, y eso va a marcar un período. Es historia en marcha. Es piedra fundacional de lo que venga, es protagonismo en la existencia.

El arco del resorte sigue empujando: si hay éxito, terminará levantando motores propios.
Si no, será juguete del entorno.
Sin saberlo, con apenas retorcimientos internos como sentimientos que activan músculos que no se apoyan en ningún esqueleto todavía, mueve su masa hacia el lado del sol.

Por el cansancio de la labor sabe que queda poco, que llega la noche. Que tal vez ya haya llegado.

Y sabiendo que el tiempo no existe pero su propia extensión es finita, se aquieta y se sienta.
A esperar el trueno.


miércoles, 29 de febrero de 2012

Mucho tiempo traté de convencerme de que mi predilección por Apolo se debía a ser él el patrono de las ciencias, las artes, la profecía y la sanación.
Cosas a las que me creo afín.

O a que fuera más amable que Marte, a que fuera el Sol del Medio: equilibrado, austero, central, esencial.
A la esperanza de que su sobriedad característica me rescatara de los excesos en que suelo incurrir y que han mermado mi cuerpo.

Al simple gusto por identificarme con lo soberbio y majestuoso.



Pero la verdad es que soy un hombre pequeño y lleno de temores, y por eso detesto los caminos de la luna y el mar.

Y estoy muy resentido con la tierra: siempre fue fría y estéril para mi.
No otra cosa más que un desierto de nieve y sal.

Así que no quedan, no hay diosas para mi.

Como un hombre mezquino que gusta de ensombrecerse.
Esa fue mi búsqueda del Sol.