Una:
porque le apliqué una crianza abandónica como la que tuve yo. Los
primeros tiempos en casa estuvo mucho tiempo solo siendo muy
chiquito, y encima la mitad de las veces que estaba lo maltraté, así
que quedó con miedo de moverse, de hacerse notar, etc. Por lo tanto,
ir al baño era una inconveniencia que instintivamente trató de
evitar, reteniendo todo lo máximo posible. Le trasladé un miedo a
moverse que tuve yo, a través de tratarlo como fuí tratado.
Dos:
porque yo mismo soy ambicioso y codicioso, al modo retentivo anal, y
el I Ching tiene razón al decir que hay entre los seres vivos una
influencia tal que la impronta de los más fuertes se imprime en los
más débiles por vía metafísica. Mi tendencia a no soltar
trabajos, plata, actividades, amores, etc., se imprime en mi gato y
lo vuelve aferrado a lo único que pueden producir los bebés y los
gatos, que es caca.
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