Sé que otras tribus lo hacen diferente.
En la mía, cuando nací, todos los hombres de la tribu vinieron a festejarme. Antes de que me robara un duende, me robaron ellos y me llevaron al claro donde recibimos a todos los nacidos de nuestra especie. Bailaron durante tres días, y se turnaban en mi cuna para alabarme y cantar canciones suaves sobre mis virtudes.
Me escondieron esos tres días de las mujeres: sólo entraba mi madre a amamantarme, en un juego de escondidas, mientras los hombres pretendían que no la veían, buscando duendes hostiles. Ella sólo me cantaba en la hora de la luna: es un recuerdo vaporoso, plateado y con algo de filo en algún lado.
Siempre hay alguien cantando cerca de la cuna de un recién nacido: no dejamos que haya silencio a su alrededor, más que para enseñarle los sonidos del mundo.
Tres días cantaron para mi la canción de mis ancestros:
Somos los hombres dulces
Nuestra tribu está en el largo de todos los días juntos
No disminuye y no crece
Entramos y salimos
Y hoy entra uno
Tiene que aprender a cazar, porque ya sabe cantar
Tiene que aprender a nutrir su casa, porque ya sabe buscarla
Tiene que aprender a sostener su debilidad y la de otros
porque ya sabe prender la semilla y seguir la estrella
Tiene que aprender el secreto del pozo
y mostrar la verdad de su fuente
Porque es uno de nosotros
y no pertenece a sus padres ni a sus hijos,
ni a hermanos ni esposas
Porque es uno de nosotros,
los hombres dulces.
ES IMPORTANTE SABER
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Ya no se que más decirte, solo que sigas escribiendo siempre, siempre...
ResponderEliminary sí qué más decir...escribí escribí
ResponderEliminarmarula grita roooooooocheeeeeeeeeeeeeeer y se llama a silencio
le queremo royer