Mazo Rider
Está visto que en toda cultura existe algún tabú.
El del incesto es el único comprobadamente universal, pero se puede decir tranquilamente que ninguna cultura acepta plenamente la vida biológica: en todas, uno u otro aspecto de la vida biológica, o que se desprende de ella, queda relegado al tabú.
Es explícitamente rechazado por el sistema cultural, y relegado entonces a la oscuridad del olvido o del secreto.
Esto puede tener ciertas consecuencias. Si bien el equilibrio psíquico puede cumplirse armónicamente sin necesidad de mantener todas las funciones vitales dentro de lo visible, sí resulta absolutamente necesario que se las acepte.
No es necesario mantenerlas dentro del rango de la conciencia, ni considerarlas con atención en lo cotidiano, pero tampoco es dable estar en conflicto con su existencia.
Estos aspectos de la vida biológica que se relegan a la inconciencia suelen ser los más crudos o primales: aquellos vinculados a la sexualidad, procreación, alimentación, defecación, poder creativo e instintos y emociones básicas como deseo, miedo, enojo, alegría, tristeza y amor.
Las ramificaciones de cada aplicación práctica de estos ítems básicos se vuelven absolutamente personales, y permiten que buena parte del concepto de esta carta se relacione con el concepto de “sombra” junguiano, que resumiremos acá como “todo aquello que uno no quiere saber que es”, incluyendo los tabúes culturales así como los familiares y personales: no quiero saber que soy mezquino, no quiero saber que tengo miedo de ciertas cosas, etc.
El problema recurrente es la delicadeza del tabú: es difícil mantener un límite amable y buenas relaciones con aquello de lo que no se puede hablar.
Es difícil no crear fantasmas al respecto y, ¿qué clase de fantasmas se pueden crear sobre algo de lo que, lo único que se sabe, es que no debe ser visto?
Dado que estos aspectos sobre los que es tan fácil crear miedo o rechazo morboso, son en realidad parte fundamental de la vida biológica, tienen un monto muy grande de energía.
Cuando las funciones que soportan este monto de energía se rodean de misterio y tabú, está todo en su lugar: se las puede satisfacer con respeto sin necesidad del concurso de la conciencia.
Cuando el tabú se mantiene armónicamente respetado y satisfecho, el Diablo cumple la misma función de la Fuerza, pero desde lo oculto a la conciencia.
Cuando se rodean, en cambio, de miedo o represión, comienza un círculo vicioso de inmenso peligro potencial.
La versión qliphótica, "invertida" y otros varios adjetivos, hecha por Souto para TC.
Este círculo vicioso se basa en la sustitución insatisfactoria: cuando el tabú no es bien manejado o transmitido, la norma de restricción que lo define se desdibuja, y comienza a incluír más cosas dentro del área de tabú, o se vuelve excesivamente fuerte, produciendo no ya misterio o respeto hacia lo que guarda, sino temor y rechazo.
Como desligarse del contenido del tabú es imposible, dado que no se pueden suspender las funciones biológicas, y tampoco se puede, en virtud de la excesiva fuerza de la restricción, establecer una relación afectiva positiva, la satisfacción adecuada de la función en cuestión comienza a verse comprometida.
Cuando la demanda del instinto crece, llega a la conciencia, pero no puede entrar claramente en ésta, debido a la restricción.
Aquí el individuo tiene pocas opciones: una es la introspección a nivel chamánico o sanador, donde termina confrontando y definiendo la necesidad en sí misma, y estableciendo modos de satisfacción adecuados.
Esto puede ocurrir en el nivel del Colgado.
Otra es el abandono a los instintos: cuando la restricción es voluntariamente aflojada y se permite aflorar lo que sea que esté debajo.
Cuando esto ocurre, el flujo de energía que se produce se parece bastanta a la conversión del Diablo en La Fuerza.
Pero la respuesta que caracteriza a esta carta no es ninguna de éstas, sino la de la sustitución: la conciencia no puede afrontar ni el cuestionamiento del tabú, ni el abandono de la restricción, ni persistir en la insatisfacción de la función.
Entonces, busca algo parecido, y lo consume.
Lo “parecido” del placebo es totalmente subjetivo, las asociaciones entre función y objeto están libradas a la historia del sujeto: líbido sexual puede canalizarse por comida o por objetos, necesidad de poder por consumo o relaciones abusivas, violencia por drogas.
Lo importante es que, en esta carta, la sustitución hincha pero no sacia: el sujeto consume y paga el placebo con sus consecuencias (problemas de salud, tiempo de su vida gastado en causas ilegítimas), mientras la necesidad original se mantiene insatisfecha, y vuelve a llamar, una vez tras otra.
En este momento, El Diablo es la cárcel de lo predestinado, las pautas circulares de conducta.
Aquello que uno no quiere hacer pero hace, una vez tras otra hasta la putrefacción o la violencia, merced del miedo, los deseos inmediatos, y la falta de imaginación o fuerza.
Mazo Thoth
El mazo thoth utiliza directamente una cabra para representar la vitalidad áspera y absoluta. Si la Fuerza es la chispa de vida imbuída en la carne, el Diablo es la carne animada por la chispa de vida. Es la diferencia entre un bemol y un sostenido: parece apenas una cuestión de sobre de qué lado se pone el énfasis, pero abre caminos muy divergentes.
La carta de referencia muestra la representación más común del diablo, un macho cabrío antropomorfo y bestial al mismo tiempo, que inflama las “bajas pasiones” (o el chakra de los instintos) del hombre al tiempo que lo ata al monolito de su pedestal. Uno y otro acto son lo mismo, por esta cualidad de “las pautas circulares de conducta”.
Muchos autores coinciden en señalar que las cadenas, en realidad, están flojas y pueden ser fácilmente quitadas, que no atan. Por más que las personas de la escena puedan señalar inmediatamente la cadena y el peso del monolito, así como el inmenso tamaño del diablo como las causas que los mantienen siempre en el mismo lugar oscuro, lo que las ata realmente es lo que ocurre a sus espaldas y en sus sentimientos: un traicionero y fogoso estímulo de los centros instintivos, que produce un flujo de energía hacia la valoración de todo lo material e inmediato, en detrimento de otras áreas de la experiencia, otras motivaciones, y otras acciones.
El sexo mecánico, la repetición de estructuras familiares o relaciones enfermas, la droga no por experiencia ó búsqueda sino por vicio, la embriaguez sin alegría sino embrutecedora, el miedo aberrante al cambio, la violencia hacia lo indefenso y lo dependiente de uno, son características del Diablo.
Todas las compulsiones imaginables, su reino.
En el resto del mazo del tarot, aparece constantemente la estrella de cinco puntas (pentáculo), pero con una punta hacia arriba, simbolizando el cuerpo humano guiado por el intelecto.
En esta carta, la cara del macho cabrío (símbolo de potencia sexual, pero transformado en algo monstruoso por su cuerpo parodialmente antropoide) se superpone con el pentáculo invertido, con dos puntas hacia arriba y una hacia abajo, indicando la prevalencia de los instintos y la animalidad por sobre el intelecto.
La carne animada por sobre el ánima encarnada.
Por más que esto tienda a sonar deseable para alguna gente, en realidad una integración armoniosa implica el diálogo entre las partes y la cesión del control a la parte con más recursos: el instinto sabe qué es lo esencial, el intelecto sabe conseguirlo de la mejor manera posible. El instinto sin intelecto no puede ver más allá de lo obvio, y cae en trampas sencillas o en la repetición de lo heredado, el intelecto sin instinto pierde de vista lo básico.
Hay otras cartas que indican dominio de una persona sobre otras.
Esa no es una característica de esta carta así que, de ser posible, es deseable en la idea de prisión mantener presente esto de la permanente posibilidad de simplemente irse: si la prisión son las pautas circulares y compulsivas de conducta, en definitiva, no es nada más que aquello que uno hace.
Por elección o no, pero sólo lo que uno hace.
Pueden entonces ser palabras clave para la interpretación de la carta: tabu - animalidad del cuerpo, no aceptada (ya sea en conflicto o en olvido) – represión – sustitución – vicio – poder – repetición
Baphomet, mucho en común, bastante más copado.
"Cuando el tabú se mantiene armónicamente respetado y satisfecho, el Diablo cumple la misma función de la Fuerza, pero desde lo oculto a la conciencia. "
ResponderEliminarMuy muy bueno, gracias por compartir esta y otras conclusiones de manera tan clara. ¡Saludos!
Que alegría que te haya gustado!
ResponderEliminarVa una por tantas...
Lo felicito por tan nutrida descripción del arquetipo. Me gustó mucho lo que dice sobre la represión de la sombra. Me encantó su forma tan lúcida de conversar.
ResponderEliminarLa mayor parte de esa represión nace de lo aprendido y de las religiones.
En algunas ocasiones, cuando reprimimos nuestras sombras, nos empajeramos con alquién que nos las "espeja" o nos sucede algo que las espeja. Entonces el problema está en el otro...o en lo que me sucede. Esas personas difíciles que nos encontramos, no son nada más que el reflejo de nuestro "diablo". La sombras son inevitables, igual que el amor; a la larga siempre tenemos que enfrentarlas o ellas nos tragan.
Aurora, cuanto tiempo!
ResponderEliminarGracias por tan lindo comentario.
Dentro de poco subo una experiencia en meditación que trata sobre un encuentro estrecho con la Sombra, para lo que este post es una especie de precuela.
Espero que te guste también.
Saludos!
No tiene desperdicio tu material en general, no me doy el tiempo justo para comentar, te ofrezco una sincera disculpa si te di otra impresión.
ResponderEliminarNo, Flavio!
ResponderEliminarLo de "vaya una por tantas" es referencia a todo lo que me alimenté yo de tu trabajo!
Hace mucho que no me muevo "en el ambiente", pero si lo hiciera, sos cita obligada muy seguido.
Es poca la gente que comparte material propio y de calidad, y estás en esa breve lista, por suerte para nosotros los demás.
Abrazo grande!