ES IMPORTANTE SABER

lunes, 27 de septiembre de 2010

La rosa y el lecho - Epílogo

Pasaron casi tres años sin hablar con Felisa.
Mientras, seguí haciendo terapia.

Hubo una sesión en la que realmente no entendi nada.
Ni siquiera visualicé verdaderamente: todo parecían mas bien sugerencias de imágenes, tan superpuestas entre si, que lo más cercano a entender algo fue la sensación de que “en algún lado hubiera un conejo escondido en la nieve”.

Dos semanas atrás, me había hecho cargo de que me había terminado quedando, otra vez, casi un año en un lugar que pensara que era para no más de tres meses, llevando más de diez de dormir en el piso de la sala de ensayo de mi primo. Decidí cambiar eso, que ya me estaba haciendo doler el cuerpo, y me compré una almohada. Gasté casi $300, pero desde ese mismo día me empecé a quedar dormido.

La semana que tuve esa visualización indescriptible, decidí también que era hora de recuperar la colchoneta que usara de cama durante varios años, que quedara en casa de Felisa.
Llamé para avisar que iba a retirar mis cosas, me atendió el contestador, dejé mensaje avisando en que hora pensaba pasar y recibí como respuesta un txt de Felisa diciendo que a esa hora no estaba, que recordara que habían cambiado la cerradura, que me había hecho llegar un juego de las nuevas llaves un año atrás.

Pasé por la casa, noté algunos cambios, me llevé algunas cosas.
Y decidí retomar contacto.

A los dos días llamo a Felisa al celular y le digo que quiero hablar. Le parece bien.
Quedamos para el miércoles, cerca de su trabajo.

Llega el miércoles, con cierta ansiedad voy a la cita.
La encuentro en su trabajo. Se cortó mucho el pelo, subió algunos kilos.
Arreglamos que busca sus cosas mientras la espero en un bar cercano.

Llega y empieza a sacar charla. Me cuenta de su vida.
Entiendo que es al mismo tiempo un rodeo, tal vez un precalentamiento, y un movimiento que en otras circunstancias sería razonable.
Su madre murió este año. Me cuenta que también murió su última pareja importante, Guillermo, el padre de Francisca. Suicidio.
Que le robaron en la casa, sin violencia por suerte.
Siento un intento de hacerme sentir lástima, lo desestimo. Como dije, desde cierta perspectiva parece una charla razonable entre dos personas que no se ven hace mucho y se ponen al día mutuamente.
Excepto que yo no tengo nada que me interese contarle.

Llegado cierto punto, voy al grano.

“¿Que pensás de la situación de la familia?”

3 comentarios:

  1. Anoche traté de dejarte un comentario y no pude, salía página de error.
    Te comento algo del siguiente párrafo:

    "Hubo una sesión en la que realmente no entendi nada. Ni siquiera visualicé verdaderamente: todo parecían mas bien sugerencias de imágenes, tan superpuestas entre si, que lo más cercano a entender algo fue la sensación de que “en algún lado hubiera un conejo escondido en la nieve”.

    El conejo es símbolo de vida. Si está en la nieve...se trata de vida congelada en un periodo del tiempo.

    He leído tus escritos autobiográficos. He sentido tu ansiedad y la mía entremezcladas. Existen muchos hijos de la violencia y el abuso por ahí... Muchos de ellos, al leerte, se verán a sí mismos en tu historia. Entre tus líneas he visto a mi familia inmediata y extendida. Especialmente eso de los "secretos". Yo descrubrí los "secretos" más devastadores de mi vida, a los 50 años...uno nunca sabe lo que la vida le depara. A veces se piensa que en el Otoño de la vida se vive en paz, como producto de la sabiduría adquirida. Pero a más sabiduría, más complejas las lecciones. La generación de mis padres, nacidos en los 1930, le llaman la "generación de los secretos".

    Padre y madrastra alcohólicos...maltrato, abuso sexual, drogas,enfermedades mentales, abortos, y mucho más.

    ¿Sabes? Descubrí que los secretos se descubren cuando se tienen que saber. Y que el perdón es un proceso, que al igual que los secretos, se instala en ti cuando tiene que ser, no antes.

    Eres muy valiente al publicar tu historia, creo que este acto te empodera y te da libertad, no se si me entiendes. A mi me sirvió para mirarme nuevamente y hoy me siento más libre aún. No es casualidad.

    T envío una lluvia de pétalos de rosa y un hondo abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Aurora: que lindo comentario!
    Me alegra mucho lo que contás que te pasa con mis textos.
    Se vienen los últimos sobre esta temática, y abro otra veta muy similar, pero más referida al presente, a la terapia y esoterismo.
    Espero que te gusten también!
    Beso!

    ResponderEliminar
  3. Sí, sigue escribiendo con la honestidad y valentía que lo haces. Más que gustarme, estos textos autobiográficos que escribes son para sentirlos y vincularse con la esencia que nos hermana. En fin de cuentas, leer esta narración debe hacer un mejor ser humano al que lo lee! Eso pienso.

    ResponderEliminar