ES IMPORTANTE SABER

sábado, 23 de octubre de 2010

La llamada de lo pánico - II

Al mismo tiempo que pienso eso, entre otras cosas que no voy a detallar porque porque concordamos con Alicia en considerarlas interferencia, veo mi cabeza abierta como la terminación de una torre de ajedrez, como si mi cráneo fuera un balcón en forma de taza, y el espacio vacío dentro de esa taza lleno de cielo azul con nubes, como un margritte.

Alicia me insta a que permanezca en esa contemplación, hasta que todo mi cuerpo se vacía y se llena de cielo, volviéndose casi invisible. Apenas veo la silueta de parte de mi espalda transparentada contra el cielo al final, y en ese momento vuelven a aparecer mi guía, como un viejo fantasma barbudo e inmenso por detrás, enroscado, cubriendo toda mi espalda y encorvando su cuerpo de modo que nuestras frentes coincidían, entrecejo con entrecejo. Y el niño flotando enfrente mío y, repentinamente, pasando su cuerpo a través del mío desde atrás, a través del espacio entre plexo y corazón.

Quedó ahí, con la cabeza saliendo de mi pecho como un trofeo de pared viviente y mirando hacia delante. Su cara reflejaba mucha alegría, como un niño viendo algo que lo pone muy contento.

Consideramos un buen momento para terminar la sesión, cuando abro los ojos veo a Alicia levantando los brazos, en gesto simultáneo de victoria y de agradecimiento al cielo.
El símbolo usado (creo que se había repetido de sesión en sesión, pero no estoy seguro) era uno muy similar al de los cristianos originales, una especie de pescado en posición vertical.

No hay comentarios:

Publicar un comentario