ES IMPORTANTE SABER

sábado, 9 de octubre de 2010

La rosa y el lecho - Epílogo casi infinito

Felisa llega, y empieza la sesión.

La instruyo rápidamente, también le informo. “Puede que alguien te pida que lo ayudes con su constelación, es regla que si no querés podés decirlo abiertamente. Mi sugerencia es que si surge, y no te produce rechazo, pruebes. Voy a constelar primero si puedo, para que quedes libre. Es norma quedarse hasta el final de cada taller, pero cuando alguien tiene planes o lo necesita, simplemente se retira”.

“Pienso decir que estás presente, que sos mi madre, y que estamos tratando de reunir nuestra familia, que se partió por mi denuncia de abuso y la aparición de antecedentes en la familia. No creo que haga falta nada más, pero si me preguntan iré respondiendo lo que surja”.

Nos sentamos juntos.
Daniel, el coordinador del taler, da una charla introductoria y termina pidiendo a cada uno que se presente y, brevemente, cuente qué busca en el taller.

Antes de Felisa hay una pareja mayor, ella se ve muy cálida, él me parece algo presumido y rígido.
Cuando toca el turno a Felisa dice “estoy acá para reconstruir la relación con mi hijo”. Inmediatamente me toca a mi.
“Yo soy el hijo” digo, y agrego “en este momento la familia está dividida, y estamos intentando reunirnos”.
Espontáneamente, el que me pareciera presumido y rígido, exclama “que valientes!”. Casi todo el mundo agrega inmediatamente algo del tipo “que lindo!” o alguna palabra de aliento.
Me cago en todos ellos menos de lo que esperaba.

Termina la ronda, tomo el primer turno, expongo. Que denuncié un abuso sexual sobre mi, de una tia. Que aparecieron antecedentes históricos en la familia. Que algunos optaron por hacerse cargo, y otros por esconderlos, y desde entonces estamos divididos.

Daniel reflexiona, se toma el tiempo de conectar con lo que la situación le sugiere.

Pide que elija representantes para mi padre, madre y yo mismo.
Si alguien no sabe, en esta forma de terapia se eligen representantes para cada rol que, de forma no esclarecida todavía, pero absolutamente regular, canalizan sentimientos acordes a la situación representada, pese a no saber nada al respecto.
Esto tiende a ser muy esclarecedor para los representados, que pueden ver su propia situación desde otra perspectiva.
Como además la canalización de sentimiento fluye de acuerdo a los cambios que se propongan durante el taller, es una oportunidad muy interesante de trabajar sobre diferentes formulaciones del problema que requiere terapia.

Tomo a un chico con cara de elfo – o de gay, es lo mismo, que se yo- para mi. Una chica de mi edad bastante interesante para mi madre. Lo que la traía a ella era que “tenía miedo de los hombres”, cuando lo dijo estuve a punto de gritarle “ah, entonces menos mal que no te dije que si te agarro te parto!”.

En otro momento me hubiera cuestionado elegir a alguien que me resultara atractiva para el rol de mi madre, pero a esta altura no discuto más esas cosas conmigo: si alguien me parece que es, es.
Un señor hizo de mi padre.

Yo quedo de frente a la constelación, Felisa queda del otro lado. No sé cuánto ve de lo que pasa. Los representantes, como siempre, hablan espontáneamente muy bajito.
Los coloco: madre y yo a la misma altura, mirando para lados diferentes. Padre detrás de los dos, su representante no miró a nadie en ningún momento.

"Madre", inmediatamente, trata de mirar hacia su izquierda, donde está "yo", pero cada vez que lo intenta bizquea y parece tener que hacer fuerza con la cabeza. Finalmente, en seguida, opta por alejarse. Se queda en la esquina, mirando hacia fuera.
Al preguntarle Daniel, expresa: “cada vez que trato de mirar para aquél lado se me nubla la vista, veo algo rarísimo entre mis ojos y el resto. Cuando vine acá me sentí más centrada”.
Daniel: “evidentemente, tu madre necesita salir de esta situación para encontrarse a sí misma”.

Mi representante se declara muy conciente de los movimientos de madre.

Padre se declara ajeno a todo, confortable. Daniel me pregunta si reconozco eso como propio de mi padre, suelto un bufido como respuesta.
Me pide incluír un representante para mi tía, la que abusara de mí, me re pregunta si estoy al tanto de antecedentes previos en la familia.
Pongo a una chica en el lugar de mi tía, que se me ocurre espontáneamente que queda a dos pasos de madre, a su espalda.

Apenas la pongo, "madre" tambalea hacia atrás, como si el cuerpo de "tía" ejerciera gravedad sobre ella. Se da vuelta para mirarla un momento, luego se queda mirando hacia delante.
Tía aparenta intentar apoyarla cuando casi cae hacia atrás, le sonríe cuando se da vuelta.
Daniel pregunta qué siente cada una. Madre comenta que, al darse vuelta y verla, sintió miedo de tía. Es lo que esperaba.
Tía no registra particularmente nada, pero no puede o no le interesa mirar hacia donde está yo.

Padre sigue ajeno a todo, contento en la suya. Comenta, eso sí, que se sintió atraído por tía cuando entró.
Cosa que también me sonó desde siempre.

Daniel decide incluír una figura más, la elige él mismo y la pone frente a madre y tía.
“Esta persona representa el origen de la situación. No nos interesa cuál es, no es asunto nuestro. Ella lo representa”.

Pregunta a la mujer que representa el origen de la situación cómo se siente, ella habla muy bajito.

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