ES IMPORTANTE SABER

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La llamada de lo pánico - VI

La cámara, el ángulo de la visión, se acomoda para centrarla, y mi sombra cobra primero silueta propia, y luego volumen.

Finalmente, se independiza del todo, y es otra persona, radicalmente distinta a mí.
Parece un indio viejo.

Una de las decepciones de mis inconclusos estudios como antropólogo, fue descubrir que, pese a lo en boga que está la apreciación incondicional de la sabiduría ancestral indígena americana, o precisamente por ello, no consigo valorar a priori a los indígenas.
Los pongo en la misma categoría que a cualquier extranjero, y de antemano me fastidia la distancia cultural, la diferencia en las costumbres, la dificultad para compartir desde comida que nos guste a los dos hasta una charla.

Se entiende entonces mi poco entusiasmo al ver a mi sombra como un indio viejo, así como probablemente el mismo hecho de que haya aparecido con una apariencia de la que yo no podría gustar.

Me habla. Por supuesto, tampoco sé nunca abiertamente qué dice. Si fuera un poco más jipi o pomposo, diría algo así como “me habla en el lenguaje antiguo de las cosas que existen desde antes de las palabras”. Pero no me cierra por ningún lado que sea eso, aunque sí me parece que los diálogos con estas figuras son, por decirlo de alguna forma, lo bastante trascendentes como para tener más dimensiones de las que entran en el lenguaje lineal, y más existencia de la que se puede reflejar en un discurso.

No sé si eso sonó menos pomposo, pero la idea es la misma que si habláramos del funcionamiento del hígado o el páncreas: se pueden escribir miles de páginas, principalmente de suposiciones, sobre su funcionamiento. Mientras que el órgano simplemente lo ejecuta. Segundo a segundo.
Si una imagen vale mil palabras, una acción simplemente se va de escala.

No sé de qué me habla, pero lo que se desprende de su actitud es que va tomando a cada frase determinaciones sobre consideraciones largamente hechas: estoy presenciando el momento en que ella misma se define respecto de muchas cosas, y da su palabra, su sentencia, su decisión sobre ellas.
Sabiendo que al decirlo, toma un paso importante hacia realizarlas, que expresarse lo compromete.
Lo compromete con nadie más que con el poder propio de una sentencia.
Que no es poca cosa, en este mundo que compartimos, en este momento.
Acá si, lo que se dice pesa.

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