ES IMPORTANTE SABER

martes, 31 de agosto de 2010

La rosa y el lecho - II

Primera parte, acá.

Lo incierto

Las visualizaciones de ese entonces eran bastante oscuras, estaba empezando la etapa más franca de la lucha con lo que Alicia terapeuta llamó mi "fijación con lo siniestro".

Cierto día llegó sin tapujos: en la visualización, aparezco con una edad de entre ocho y diez años, en casa de mi tía Alicia.
Ella viene, me toma, me lleva a su cuarto.
Su mirada parecía vidriosa y perdida.
Me desnuda, se desnuda, se mete en la cama conmigo, se frota contra mi cuerpo. Siento ondas de sensación que salen de ella y empapan mi cuerpo. Con los años aprendería que eso era deseo sexual.
Unilateral.
Alcanza el orgasmo, se da vuelta, se duerme.

Repentinamente la visualización cambia y no tengo más el cuerpo de un niño. Soy un adulto, desnudo al lado de mi tía dormida, hundida en sopor. Lloro. De alguna forma, desnudo, tengo puestas unas zapatillas sin medias.
Al mirar a mi tía noto que no está exactamente dormida: su torso está abierto, comido y habitado por bichos como un cadáver. Su mirada ausente como la de un muñeco de madera. De alguna manera sé que igualmente se levanta cada día y va a trabajar.

Rogelio Desnudo camina por la casa, desnudo en sus zapatillas, Alicia terapeuta me insiste, desde el otro lado de la visualización "andate!! andate!! abandoná ese lugar para siempre!!!".
Pero no puedo.
Rogelio Desnudo no consigue salir del departamento de Once, es una especie de fantasma, atrapado para siempre al lado del cadáver viviente de su tia.

Una vez tras otra, intento irme y reaparezco, sentado, viendo todo rojo escarlata y sintiéndome absolutamente nada, una bolsa de basura, en el lecho de mi tia.
Odio todo hasta el aborrecimiento, desde la náusea, pero no consigo irme, es como si no existieran para mi las puertas, u otros lugares en el mundo. Rogelio está quebrado y sólo puede sentir asco, asco de esa cosa que lo acaba de atravesar por todo el cuerpo antes de dormirse tia Alicia.
"Entonces quemalo todo" susurra Alicia terapeuta a través de la visualización casi grita desde la vigilia, y sé que tiene razón, pero duele mucho.

Pero tiene razón.

Aparezco en la visualización yo, Rogelio de hoy, echando combustible sobre cada cosa en la pieza.
Sé que Rogelio de Entonces no va a poder salir, sé que va a ser quemado con todo.

Lo lamento, lo lamento profundamente. Sé que no tuvo la culpa de nada, que intentó salir y no pudo. Sé que no puedo seguir viviendo con esa parte de mí anclada, que debo matarla. Lloro, lloro mucho cuando aparezco en la esquina, viendo el departamento de Once arder en humo espeso.

El precio de haber sido violado es además morir en las llamas.

Para que yo viva libre.

Lo haría cuantas veces fuera.

sábado, 28 de agosto de 2010

Ocho de Espadas - Adriana Matallana Sandoval

Lo raro es que esta carta casi me hizo decir que extrañaba el toque femenino, cuando en realidad el proyecto está lleno de artistas mujeres.
Será mi debilidad por la línea clara.

































Más de Adriana, acá.




Y como siempre, toooooooooodo lo que alguna vez me pareció importante de decir sobre las cartas, los números, los palos, tu madre, el vecino y el cine francés.
Lo específico de la carta, como siempre, abajito de todo al final.



Características Generales de los Arcanos, Mayores y Menores

Todas las cartas de tarot son llamadas Arcanos, palabra cuya traducción más regular dice que significa "misterios".
Porqué una cosa cualquiera puede ser llamada un "misterio" tiene que ver con una actitud existencialista que se basa en el hecho de que todo, absolutamente, tiene una superficie, que es lo primero que se conoce y en la cual la conciencia refracta, lo que le impide (a la conciencia) adentrarse de un solo vistazo en la profunda y verdadera naturaleza de la cosa percibida.
En epistemología se suele decir por esto que el primer obstáculo al conocimiento es el conocimiento mismo.

Lo que hacen las 78 cartas del mazo de tarot es representar, a través de metáforas, otras tantas situaciones de la vida, buscando abarcar así la totalidad de las experiencias significativas que cualquier ser humano puede atravesar.
Por un lado, cada situación es en si misma un "misterio", según lo antedicho y por otro, cada carta representa solamente lo genérico, lo medular, de cada situación. Por lo que, en una lectura, la carta es un cascarón a romper para poder penetrar con mayor profundidad en la situación concreta hacia la que señala.

Las 78 cartas se dividen en 56 Arcanos Menores, divididos a su vez en cuatro palos, como los mazos comunes, y 22 Arcanos Mayores.

Los Arcanos Menores reproducen situaciones vitales más o menos circunstanciales pero arquetípicas, de acuerdo a un código numérico por un lado, un código basado en los palos por otro, y una representación pictórica o visual que intenta condensar y manifestar todas las metáforas posibles que surgen del cruce de ejes números / palos.
Intentan agotar, en cincuenta y seis combinaciones, todas las circunstancias significativas posibles. Por esto es que buscan lo central antes que lo anecdótico: separan, por ejemplo, el concepto de “tregua” del de “paz”, porque ambas cosas son similares pero diferentes, pero trata de evitar la definición de una forma específica de “paz”, para que la carta pueda representar la paz en la vida de cualquier consultante, independientemente del resto del contexto: saber si es paz laboral, si es paz conyugal, si es paz conseguida tras largas luchas o no, etc., llega a través del resto de las cartas, en cada lectura.

Los Arcanos Mayores, en cambio, no tienen ejes genéricos, y el contenido de cada uno desborda cualquier grilla: son un conjunto especial de conceptos trascendentes. Prescinden del cruce que hacen los Arcanos Menores entre número y palo, y son cada uno la abstracción de un aspecto fundamental y, al mismo tiempo, complejo, de la experiencia humana.
Algunos porque remiten al funcionamiento teórico del universo, otros porque remiten a aspectos no circunstanciales (sino permanentes) del ser humano.

Si los Arcanos Menores metaforizan la variedad de la experiencia humana, los Arcanos Mayores representan la estructura desde la cual se la vive e interpreta, las matrices conceptuales desde las que se generan las ideas que expresan la experiencia existencial, y las experiencias inevitables que esta estructura atraviesa en el desarrollo de una vida humana.
Son conceptos al mismo más abarcativos y de mayor peso que los Arcanos Menores.

Damos por sentado que estas cartas representan no solo experiencias posibles, sino también espacios de la psique preparados especialmente para hacer posibles estas experiencias.

De todas las teorías sobre el origen del tarot, adherimos a las que no señalan un autor o cultura particular, así que no es posible saber quién o en qué circunstancias concibió los diseños de los Arcanos Mayores, pero es nuestra creencia que, quien haya sido, tuvo el talento suficiente como para acceder a contenidos profundos y estables del inconciente colectivo
Esta es la base del postulado más fuerte e interesante de la corriente de tarot a la que adherimos: que es que los Arcanos Mayores representan factores y funciones psíquicas universales.

Son, desde este punto de vista, los ladrillos elementales con los que trabaja la mente de cualquier ser humano: independientemente de su cultura o contexto, toda persona interpreta la realidad desde estructuras psicológicas subconscientes.
Suponemos que estas estructuras psicológicas subconscientes que determinan la percepción e interpretación del mundo son universales, y que no se las puede definir de un amanera terminante, pero que los Arcanos Mayores representan una formulación extremadamente aproximada a su contenido más básico.

Y esta es la razón de que no tengan un orden conceptual: de la misma forma que no se pueden numerar los órganos internos de una persona porque no hay ninguna necesidad lógica de que el corazón esté antes o después que el esófago, no se puede dar una jerarquía definitiva y consistente a todos los constituyentes de la psique, aunque algunos aparezcan más relacionados entre sí que otros, y eventualmente, en diferentes conjunciones de cartas, se puedan establecer relaciones de paternalismo, de dirección, de subordinación, etc.
Pese a esta falta de orden intrínseco, o precisamente para paliarla, quizás, se han propuesto varias formas de “hilar” los Arcanos Mayores entre sí, y aquí exponemos brevemente dos: la noción de que representan el desarrollo psicológico de un individuo y la de las virtudes cardinales, dado que las consideramos fértiles a la hora la interpretación y reflexión.


Características Generales de los Arcanos Menores, Ciclo de los Números

Los números de las cartas, en el tarot, indican un paso específico dentro de un ciclo, que empieza en el uno y culmina en el nueve. Los dieces indican el comienzo del nuevo ciclo, a la sombra del viejo.
Cada palo representa un principio, una manera de moverse de la energía psíquica. Cada número indica un estado, una fase de este tipo de movimiento.
Terminado el ciclo de los números, del uno al nueve con la coda del diez, aparecen las figuras humanas, que se usan para representar dos cosas: personas concretas, y estados menos abstractos y al mismo tiempo más integrales de cada principio.
Cada número tiene, además de un lugar en el ciclo respecto de los otros, propiedades y características propias, algunas generales: todos los pares tienden a la estabilidad o la inercia, los impares al desequilibrio o movimiento. Los números más cercanos a cero tienen un mayor grado de pureza en el principio que representan, pero menor grado de desenvolvimiento e integración en el mundo.

Cabe agregar que, generalmente y con las excepciones indicadas, el tránsito de un número a otro se da por simple acumulación: si el transcurso de tiempo encuentra a la persona invariablemente en el mismo curso de acción y de intereses, la dinámica sola de cada palo va asegurando la transición paulatina del uno al diez.
Para bien y para mal.

Finalmente: si bien queda librado a la sensibilidad de cada lector el decidir si una carta en tal o cual situación indica una perspectiva subjetiva del consultante o un hecho objetivo, es necesario indicar que, dado que la percepción subjetiva es en sí misma un hecho objetivo, conviene siempre considerar que lo que sale es verdad para el consultante, independientemente de lo que uno pueda pensar acerca de la situación. Por poner un ejemplo: una persona puede verdaderamente estar muy cansada o agobiada con una situación que para el lector de cartas no parezca grave. Es probable incluso que la situación no sea objetivamente grave. Eso no quita que el consultante la viva de manera agobiante, incluso hasta el punto de peligrar su salud.
Cuando se hace una lectura de cartas, se entra parcialmente en la vida de personas muy diferentes entre si y de uno mismo, por lo que hay que flexibilizar los propios parámetros.

Números Ocho

Los Ochos, en casi todos los palos, son números de logros avanzados y estables, por lo que las imágenes tienden a sugerir esto mismo: riqueza (no en el sentido de lujo, sino en el de abundancia, ausencia de escasez) y estabilidad o movimiento organizado, en oposición a movimiento caótico o vertiginoso.
Todos los Ochos representan un estadio del camino, en el ciclo de los números (que va del uno al nueve), tan avanzado que es prácticamente imposible volver atrás.
Según el palo, esto es positivo o negativo.

Características Generales de los Arcanos Menores, los Palos

Cada palo del tarot representa varias cosas al mismo tiempo: una manera específica de moverse de la energía psíquica, por lo tanto una función psíquica específica, por lo tanto el tipo de situaciones donde esa energía se activa, y un elemento (agua, fuego, aire o tierra) que metaforiza con su comportamiento, el del tipo de energía.
Son un aspecto de la actividad humana, artificialmente abstraído con el fin práctico de convertirlos en elementos de análisis durante la lectura de cartas.
Uno solo de ellos, el de los Oros, se refiere a las concreciones materiales.
Los otros tres se refieren a diferentes momentos del movimiento psíquico del individuo en cualquier acción dada: el desear o necesitar, el sentir o imaginar, y el pensar y actuar que llevan a concretar.
Cada palo está referido a un elemento que representa las características de esa fase del proceso.
Así, la acción y el pensamiento intelectual y analítico están representados por las espadas y el elemento viento, el sentir y el pensamiento imaginativo están representados por el agua, y el deseo y los instintos están representados por los bastos y el fuego.
Es importante la referencia al elemento, porque es donde están metaforizadas las características cruciales de cada fase: cualquier acción se inicia primero por una necesidad que se experimenta desde lo instintivo como urgencia. Urgencia de alimentarse, de huir, de procrear, defecar, atacar, de acercarse o alejarse de algo.

En las siguientes fases, esta urgencia cobra forma sensible (en la fase de las copas y el agua) y se define la imagen precisa hacia la que tiende el impulso, para que luego el pensamiento y la acción (fase de las espadas, el viento) le den forma material (fase de los oros, la tierra).


Palo de las Espadas

 Las Espadas todas significan el conflicto, la acción operativa y, de las funciones intelectuales, la analítica: representan el pensamiento que se pone en marcha para resolver problemas mediante el recurso de aislar segmentos de la realidad para usarlos de “ladrillos” y construir una respuesta.
 Su elemento representativo es el aire y el viento, por eso regularmente se ilustra las cartas con espadas con cielos abiertos y nubes más o menos oscuras, y referencias a la tempestad y el movimiento.
Generalmente no son cartas que contengan referencias a las emociones. Cuando lo hacen, el espectro de emociones reflejadas son la soberbia, la victoria o derrota, la angustia y el agobio, con sus diferentes matices y causas.

Las Espadas representan el pensamiento racional y analítico, no el creativo que acepta, aglutina y asocia cosas sino el destructivo que divide a las cosas en sus partes componentes, el que define los límites entre una y otra cosa, el que discrimina, legisla y juzga.
Representan también la palabra, en su aspecto más impositivo: la palabra que define, que afirma sin preguntar, la sentencia del juicio.

Es el tipo de pensamientos que se despierta regularmente cuando hay problemas que resolver, por esto representan también el conflicto.
La manera en que se mueve la energía psíquica en este tipo de situaciones es ágil y poderosa, pero con tendencia a volverse vertiginosa y caótica. Por su misma velocidad, y por el hecho de ser un tipo de energía asociada a la acción, pero principalmente al pensamiento, es que sus efectos en pequeña medida pueden ser totalmente benéficos, y en gran medida van de absolutamente inocuos (puro aspaviento, idas y vueltas que no concretan nada, etc), hasta muy, muy dañinos para la persona, por la cantidad de energía que le puede insumir esta ida y vuelta vertiginosa y estéril.

Por todo esto, el elemento que representa las espadas es el Aire, se suelen usar en las cartas nubes y pájaros como manera de indicar la presencia de aire y viento, dependiendo de la cantidad, posición alta o baja, densidad y movimiento de nubes y pájaros el que indique un estado mental sereno y organizado o caótico y agitado.
Es por estar asociadas al pensamiento analítico, que las espadas representan también la palabra.
Son el saber y el actuar por pensar.

Lamentablemente, también representan la capacidad de razonar y argumentar en abstracto, cosa no siempre productiva (porque ninguna acción legítima surge sólo del pensamiento, sino del deseo o necesidad primera, del sentir adecuado de este deseo y recien ahi, de la argumentación y pensamiento enpro de la acción) y tienen mucha tendencia a actuar de manera no coordinada e incluso impositiva sobre los demás palos.



El Ocho de Espadas

Esta es LA carta donde no aplica lo de “logros estables”.
Si un conflicto cualquiera que desate la acción de las espadas persiste hasta un número tan alto del ciclo, es porque no encontró resolución antes, lo que hace que la persona que transita esta carta se sienta exactamente como la figura del mazo de referencia la muestra: impotente, incapaz incluso de ver las causas de su situación, y probablemente, para llegar a semejante nivel de incapacidad, incapaz de ver la situación misma.
El único atenuante de la carta, a diferencia del nueve o diez de espadas, es que la figura aún se mueve: desde una situación de absoluta impotencia e incapacidad, va, pasito a pasito moviéndose.
No sabe a dónde va, ni por dónde pasa, es probable que no sea ni siquiera conciente de los verdaderos peligros que la amenazan y es bien probable que se haya acostumbrado a las vendas y ataduras, pero no murió en su interior la decisión de vivir y moverse, de buscar.
Sin saber ni qué, busca, y en ese buscar reside el último resto de fuerza que puede poseer una persona, de los que pueden ayudarla a salir de una situación extremadamente crítica.
Llegado el Nueve, ese resquicio de energía se pierde y la persona pierde la esperanza de encontrar luz de vuelta. Pero aquí, a ciegas y sin poder de ninguna clase, moviéndose a simples y pequeñísimos golpes de intuición (representados por los pies tocando los charquitos: el agua es símbolo de conocimiento inconsciente e intuición, en este mazo, su pequeña cantidad indica la poca conexión también con esa fuente de conocimiento), aún se mueve, buscando salida, aún sin saberlo.

En esta carta, como en el Seis, está totalmente exacerbado el aspecto de “conflicto” de las espadas, en detrimento del de “intelecto” y absolutamente en detrimento del de “acción”: el desarrollo de los acontecimientos desborda tanto, de manera tan completa y total al/la protagonista de la carta (se usa una imagen femenina para acentuar lo impuesto de las ataduras, la pasividad de la figura frente a restricciones tanto más poderosas), que esta no puede ni siquiera empezar a imaginar una acción, una reacción, una respuesta.
El avasallamiento que le producen los problemas es tan absoluto que la más remota idea de acción queda eclipsada.

Los elementos tradicionales de la carta son las espadas, el número ocho, el gris del cielo y el rojo naranja de la ropa de la protagonista, que suele indicar alta valoración de lo material, cosa que puede estar (por las tendencias de los argumentistas del mazo, es probable) sugerida como parte de los problemas y ceguera de la protagonista, al no activar otras perspectivas que le permitan despegarse de lo burdo y concreto.
Pueden ser usados o no, esto es libre.

Pueden ser, entonces, palabras clave para la interpretación de la carta: elemento aire, acumulado, estable - impotencia – sometimiento – incapacidad – ceguera – pérdida de rumbo - pérdida de perspectiva – avasallamiento – estado abrumado.

viernes, 27 de agosto de 2010

La rosa y el lecho - I

Más exorcismo por entregas. Recuerden el combo básico de cualidades de estas cosas: no van a ningún lado y son un asco.
Como recordatorio de que ahora están pasando cosas lindas, va esto y esto.


Lo primero

El primer año que hice terapia con Alicia Valero, tuve algunas visualizaciones totalmente metafóricas, pero extremadamente significativas.
Prácticamente al primer momento supe lo que significaban, pero me tomó un año y medio más hacerme cargo, y llegó a ser necesario pasar de lo metafórico a lo literal, al recuerdo directo, para que pudiera dejar de negarlo.

La primera fue una rosa roja, color sangre, en medio de la oscuridad.

Posteriormente apareció, tras la rosa, un lecho de cortinas también escarlata oscuro.
Había gente moviéndose detrás de las cortinas, y yo sabía lo que estaba pasando, pero aprovechaba no poder verlo para pensar que no lo sabía.
Si hubiera aceptado ahí mismo lo que ya sabía, probablemente hubiera acortado bastante mi tratamiento.

Para esa época ya había dejado de tener contacto regular con mi tía Alicia Saab, pero había recuerdos claros que siempre me habían intrigado, y aún tenía. Como no estaba acostumbrado a tomarme en serio a mí mismo, descalificaba estos recuerdos. Tampoco se me ocurría charlarlos con nadie.
En estos recuerdos, aparecía Alicia en sus treinta años (mis menos de diez), semidesnuda en la cama de su departamento de Once, enfrente mío. Algunas tapas clásicas de Frank Frazetta, tipicamente esas donde se ve al héroe ascendiendo hacia el altar de la hechicera, remedan las figuras de este recuerdo. Una atmósfera pesada, calurosa y húmeda es parte de la escena también.















Entre mis veinticinco y treinta años, varias veces había oficiado de profesor de gimnasia para mi tía, y me había pasado muchas de sentir una tensión sexual extraña.
Tensión sin atracción sería la mejor definición, pero lo más sorprendente siempre era la sensacion de total familiaridad, de cosa ya conocida.
Lo asociaba con estos recuerdos recurrentes de verla en ropa interior de niño, y me sentía un poco culpable de lo incestuoso de este sentimiento, al mismo tiempo que conflictuado conmigo mismo por poder sentir esta "tensión sin atracción".

Un sentimiento similar me tomaba a veces, cuando me daba cuenta de que estaba pensando en tener sexo con alguna amiga, solamente por no saber cómo sobrellevar una charla.
Todos los atajos llevaban al mismo lado, y tendía a sentirme culpable de esto.

Años después, mi hermana política Francisca, refugiada de la pasta base y la prostitución en un pueblito de Neuquén, me contaría su sensación de un encuentro con mi abuela materna Zulema. "Sentí (de Zulema) una fuerza sexual tal que si podía, me cogía ahí mismo, no porque me deseara sino por deseo de poseer y cogerse a las cosas", dijo. "A las cosas: sentí que no le importaba si yo era hombre, mujer, si quería o no, si teníamos relación o parentesco... nada, no le importaba nada de mi, solamente deseaba".
Para ese momento, mi abuela era ya un ser desvencijado, afortunadamente.


Ocurrieron algunos hechos nefastos.

Mi primo Ignacio, el hijo mayor de Alicia, se enfermó de cáncer, duró dos años y murió.
Mi padre terminó de evidenciar su locura profunda, duró cuatro años y murió.
Yo completé mientras tanto las escalas hacia la infección de hiv en una espiral de alcoholismo, soledad, desamor.
En cierto momento, encaré a mi madre y hermano, acusándolos de haber tomado provecho económico de mi bajo chantaje emocional encubierto.
A esta acusación mi madre, Felisa, respondió echándome de su casa. Casi no nos volvimos a ver desde entonces.
Mi primo había muerto hacía pocos meses, mi padre aún viviría casi dos años más.

Viví un tiempo en casas de amigos, terminé de curarme de algunas cosas del momento, retomé el ritmo natural de mi vida en lo posible.
No lo sabía, pero estaba tomando envión para volver. Hacia atrás, a lo irresuelto.
Y cambiar todo para siempre.



















Gracias Meuge por la ilustración.

jueves, 26 de agosto de 2010

¿Y ahora quien me aguanta?

La sensación posta es que una parte mía volvió a casa.
Mientras el resto de mí debe seguir arrastrándose en esta dimensión de carne, la otra parte lo logró, y volvió al mundo inmaculado de donde nunca hubiera salido:
la historieta.

































El contexto, acá. Las entregas son semanales. Ni idea de si vuelvo a aparecer, pero conociendo a Baert, lo más probable es que en algún momento un perro o un borracho enojado nos corra a todos por la calle.

Lo demás de Fede, acá (vayan directo a la columna de la izquierda y elijan lo que gusten-hay una producción extensa y fuerte, tanto de Fede como de los amigotes Caio y Marcos).

martes, 24 de agosto de 2010

Vacaciones

Llegó por fin el día en que no tengo ganas de escribir, y ni siquiera de buscar cosas viejas y subirlas.
Pero las ganas de regodearme en mi opulencia siempre están, así que me puse a hacer una galería con las ilustraciones que hicieron los amigos para este blog, descartando las que se hacen para TC; que ya tienen su propio lugar. Igual fue un trabajito, ya me había olvidado todo lo que llevamos hecho.

Todo comenzó con un pedido super simple, para que se entendiera mejor un post, que no vamos a reproducir acá. Después me cebé y empecé a pedir cosas más complejas. Como me las dieron, empezaron a salir las cosas que están viendo.

Tiro el puñado de ilustraciones y los links a los correspondientes relatos.
Todas las ilustraciones están en calidad tal que vale la pena clickearlas y abrirlas. Casi te digo un par ponerlas de fondo de pantalla.
















Esta corresponde a este relato.


















Estos dos a este.

















Las aventuras de Paula.























Relato.






















Relato.

































lunes, 16 de agosto de 2010

Tangencial


Jodorowsky cuenta de modo muy claro el límite de los cuerpos esotéricos tradicionales: lo inasible de la experiencia vivencial sólo puede expresarse en metáforas, lo que vuelve a cualquier tradición un fenómeno útil sólo a nivel local, porque toda metáfora sirve únicamente en contexto.

Cuenta de cuánto tiempo se la pasó haciendo yoga y tratando de visualizar un elefante en Mulhadara, el chakra base ubicado entre los genitales y el ano, y uno vive con él los esfuerzos por imaginar un elefante: su fuerza, la rugosidad de su piel, su olor, el bramido de su trompa, la presencia de una pared de carne viviente.

En fin, todo lo que uno puede imaginar de algo que nunca vió más que de lejos en el zoológico, e intentar alojar todas esas sensaciones invocadas en el espacio físico de Mulhadara.

Esperando que alguna de esas cualidades active lo central del chakra, confiando en que si su símbolo es un elefante, es por algo cierto y útil.


Hasta que un día J viaja a la India, y necesita trasladarse de un sitio a otro, y cae en la cuenta de que el medio de transporte para cierta clase social en India es el elefante. Como cabalgadura.


Sube al elefante y descubre que el tamaño y forma del elefante obliga a su jinete a abrir las piernas de tal modo que queda apoyado directamente sobre el eje longitudinal, que atraviesa el perineo. Queda apoyado directamente sobre el espacio entre el ano y los genitales, la primer rueda.


Y que el movimiento del elefante es tan masivo como estable: no se siente el movimiento de las piernas del elefante, sino sólo un avance uniforme. La experiencia de andar sobre un elefante, dice, es la de sentir una bola imparable de materia y fuerza que se mueve fluídamente, una fuerza suprema, pero tan serena que ni se la siente, del mismo modo que el movimiento casi no se percibe, pero se efectúa.


Que es el tipo de relación ideal que uno debe tener con las funciones del chakra base.


La moraleja obligada es que, por muy verdadera que sea una metáfora, por muy útil que sea como guía a la hora de producir un resultado, lo es solamente si uno tuvo la experiencia directa, la vivencia de la metáfora para poder asociarla a aquello que se busca asociar.


Consideraciones de este tipo empezaron pesar cada vez más en mi estudio esotérico. Por más nerd que soy, siento mucha antipatía hacia el estereotipo del erudito inútil, que conoce las tablas periódicas pero no sabe cocinar. Lo vivencié demasiado con mi padre como para ignorar el peligro grave que esconde.


Paralelamente, retomé el trabajo con Alicia Valero y las sesiones se volvieron repentinamente únicas, en el sentido de que visualicé y vivencié montones de arquetipos claramente trascendentes y reconocibles, pero absolutamente indescriptibles en su gran mayoría. Los que permanecían dentro de lo descriptible, llamativamente, no pertenecían a lo que reconozco como mi imaginario o repertorio normal de imágenes.

Mis estudios se revelaban inútiles para dar sentido a lo que vivía en sesiones, y lo más claro que sentía al respecto, en lugar de desilusión o frustración, era alivio y frescura.


Llegó el día en que una mezcla de ideas tan argumentable como cualquier otra me llevó a intentar el estudio del mazo thoth con una de las personas que reconozco como mi mayor en estos temas.

Apenas empezó la clase, noté un fastidio intelectual muy grande.

No llegaba a ser cansancio porque estoy entrenado en atribuir cualidades a elementos de un sistema, pero había una muy marcada sensación de futilidad. De desinterés ante un tema ya agotado para mi, de falta de entusiasmo en seguir agregando granitos de arena a un conjunto en el que ya tengo casi más de lo que quiero.

No es que lo tenga todo, es que tengo todo lo que quiero.


Algo en la clase me recordó intentos de diseño de meditaciones sobre diferentes cartas que hiciera en otro momento, y se hizo evidente que los contenidos de la clase sólo empezarían a tener algún sentido tras varias horas de concentración en alpha sobre cada carta individual, y la trampa jodorowsky me resultó menos amenazante que simplemente desmotivadora.

Tengo demasiadas tareas hoy día para sumarle esta, pensé, lo que vino a demostrar una vez más lo muerta que está mi líbido respecto del tarot.

E incluso suponiendo que lograra alcanzar cierta efectivdas, la sola idea de exponerme a la influencia de un arquetipo por algo tan caprichoso como un cronograma de clases me parecía desequilibrante más allá de lo aceptable: no necesito estar un dia bajo el influjo del Emperador solamente porque toca, y no tengo deseo de sobrellevar las consecuencias que eso pueda traer, los desajustes que puede producir en mi conducta en un momento donde tengo que adecuarme a tantas otras cosas.

Lo que también me llamó la atención sobre lo muerto de mi líbido respecto a la búsqueda de emociones.

Pareciera que senté cabeza, o me volvi aburrido.

No renegaria de ninguna de las dos.


Alicia me había advertido, mucho atrás, que llegado cierto nivel de sensibilidad, uno simplemente no quiere saber, rechaza lo enciclopédico. Lo recordé muchos días después. No me produce particularmente orgullo, simplemente me parece obvio no querer sobrecargar mi cabeza o cuerpo con emociones, vivencias, contenidos, que no sean absolutamente provistos por el día a día. Que ya bastante trae.

Abandoné a la segunda clase, tranquilo de que probablemente no vuelva a hacer nada relacionado al tarot.

Solo habíamos llegado a ver un par de cosas, entre ellas el Arcano “El Loco” y su significación de caos primordial, nada central de la que puede surgir cualquier cosa.


Finalmente, al mismo tiempo, buscando algo en qué pasar los días, aprovechando otro conjunto de circunstancias y saldando una vieja deuda, empecé mi primer taller de clown, con Sathya Sokolovsky.

Sathya también habla de El Loco, pero principalmente habla de algo que llama “estado de clown”, y tiene una notable habilidad para inducirlo en los demás de modo tangible.

Una de sus mejores herramientas, además de su evidente formación, es lo inesperado de su risa. Y lo directo, dirigido, de su risa: se ríe, siempre, de vos.

Y nunca de algo que vos esperes de vos.

Y siempre de un modo tal, que descubrir que hiciste algo gracioso te produce más que cualquier otra cosa, alegría de ser gracioso y curiosidad por saber qué hiciste. Automáticamente uno se vuelve un niño que trata de verse a sí mismo sin espejo, contento de estar buscando algo muy lindo que llevaba encima sin saber.


Muy rápidamente, en la primer clase, logró desactivar a mi hipercrítico que se relaciona con los demás en base a jerarquías, rechazo y atracción. En cosa de minutos logró llevar mi eje de percepción y relación a un lugar nuevo donde realmente dejé de evaluar si los demás me gustan o no. Extrañamente, esto tambien desactivó el reloj interno: el presente se me expande cuando no objetivizo a los demás.


Ahora, ahora mismo, escribiendo, me doy cuenta de que empecé tal vez el viaje práctico. Me metí adentro de la carta, la hago mi realidad, no me pregunto y no trato de hacerme imágenes sobre cómo se sentirá el caos fértil.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Cuatro de Bastos - Lucrecia Martinez



























Números Cuatro

Todos los cuatros señalan el estadio de logros personales que, por definición, son tan valiosos como insuficientes.
Son el arribar a un estado o lugar que se gana a través de mucho trabajo y empeño y que reporta beneficios, pero que al mismo tiempo marca nuevos horizontes y nuevas necesidades.
Son lugares que, tomados como tránsitos, son positivos porque indican un buen desempeño previo y un buen resto de energía para encarar el resto de la tarea.
Tomados como metas, en cambio, son potencialmente peligrosos porque el monto mismo de logros que implica un cuatro no alcanza para construir en ese lugar, y si uno se estanca o intenta obligar a esos logros a rendir por el total de lo que se debe conseguir, empieza a vivir en carencia.



Palo de los Bastos

Los Bastos representan, decíamos, la líbido, el entusiasmo, el instinto. Se los asocia dentro del tarot al elemento fuego por ser el más inmediatista, intenso y ciego: no proyecta lejos, no conecta con la razón, no proporciona imágenes definidas de nada, pero sin él, nada arranca, nada tiene interés o brillo.
Aquello que no nos interesa desde el instinto, no nos interesa directamente, más que de manera superficial. Cosa que, si se infla artificialmente, puede llegar a producir intereses espúreos y dañinos para uno mismo, pues al no ser sostenidos desde la chispa propia, requieren otra fuente de energía para no desaparecer, que suele alimentarse a su vez de la energía destinada para aquellos deseos legítimos, intrínsecos de la persona.
Es el primer destello de atracción o repulsión, la respuesta más íntima a cualquier cosa que el mundo nos proponga.
La primer fase, entonces, la del impulso crudo e instintivo, está representada por el elemento más intenso e inestable: el fuego.
Las características de lo instintivo son su escasa forma, su absoluta irracionalidad, y la tremenda potencia de su mandato: cuando uno es llevado por los instintos, habitualmente no se percata de estar haciendo o pensando o sintiendo algo hasta bastante avanzada la situación.
"No sé cuándo empecé a correr" o "me debía estar enamorando", son frases paradigmáticas acerca de situaciones donde el instinto fue despertado y tomó el mando de la persona. El instinto está más vinculado al subconciente que al conciente, de hecho es posible que preceda incluso al inconciente psíquico, y pertenezca directamente, al menos en parte, a movimientos mecánicos de una realidad puramente física e independiente de lo psíquico, si es que tal cosa existe.
Por esto es que sus mandatos suelen ser, al mismo tiempo que intensísimos y percibidos como de vital importancia y poder, también totalmente oscuros e impenetrables a la inteligencia.
Los bastos son la Voluntad, en su sentido más íntimo y prerracional: aquello que se desea sin más, sin explicaciones ni contradicciones.
Están físicamente asociados a la pelvis y el abdomen, las “sensaciones de bastos” se sienten principalmente en la panza.

El instinto es, además, totalmente inmediatista: no conoce el mañana y apenas mantiene el recuerdo de un pasado. Se basa únicamente en lo concreto, en lo que ahora hay. Si desaparece el estímulo, desaparece la pulsión (en una persona sana, claro: diversos grados de neurosis implican una disociación entre la presencia del estímulo y la respuesta, y el tarot también contempla eso, pero es tema para otras cartas o situaciones).
Como el fuego, el instinto necesita combustible para liberar su energía, porque es tanta, tan intensa y desordenada, caótica y desorganizada, que no se sostiene por lapsos largos, y, si debe hacerlo, agota al organismo.

Al mismo tiempo es la pulsión básica, la chispa sin la cual nada tiene sentido.
Cualquier acción armónica de un individuo, debe surgir desde la necesidad, necesariedad, que indica el estímulo del instinto.
Se pueden desarrollar acciones desde otros puntos iniciales, claro.
Pero el instinto es el entusiasmo, el gusto primordial, la chispa adecuada. Sin ella, nada tiene interés o brillo, y cualquier movimiento es lánguido.
Todos los Bastos representan la líbido, el entusiasmo, la pasión, el instinto y la energía del elemento fuego en sus características de primordial (en el sentido de ser el primer tipo de energía que pueda existir, antes de cualquier otra), explosiva, efímera, inestable e intensa.
Son la primer percepción de vida, el deseo en su estado primario, que puede volcarse a cualquiera de las áreas de la vida pero sólo tras ser refinado por su paso a través de los otros palos.
La sensación más visceral y primitiva.
Son el sentir por actuar.


El Cuatro de Bastos

Las características indicadas de cuatros y bastos, generan otra de esas combinaciones inusuales del tarot: la energía de los bastos, regularmente demasiado intensa para ejercer un ciclo completo del uno al nueve, encuentra en el cuatro la justa medida para su naturaleza intensa, efímera y demandante.

Mayores cantidades de fuego pueden abrumar una psiquis o un organismo o, sin necesidad de abrumarlo, pueden mucho antes derivar recursos hacia el área de bastos, marcando el signo del momento: el cinco y el siete de bastos son ejemplos de una percepción teñida de las características de bastos, que tapa o inhibe otras áreas u otras formas de sentir e interpretar la vida.
Un cuatro es el patrón perfecto: el Cuatro de Bastos representa ese momento de la vida en el cual la base anímica se ve cotidianamente estimulada, en pequeña medida.

Logros sólidos (que son difíciles de conseguir para la ceguera e inmediatez de los bastos), un entorno o un ritmo de vida que, en lo tocante a lo libidinal, al entusiasmo, junta siempre el monto mínimo para dar un estímulo no demasiado grande, cosa perfecta para un tipo de energía que tiende por sí misma a la desmesura.
Ni terribles urgencias ni grandes pasiones, pero si un nivel de movimiento que mantiene cada parte del ser ejercitada, vigorosa y flexible.

Hoy un pequeño problema que resolver, mañana una alegría sencilla, pasado un interrogante… todas situaciones que tocan a la persona en su aspecto más básico e íntimo, pero amablemente, sin mayores exigencias..

La cotidianeidad de una persona sencilla pero comprometida con su vida.
Esto es lo que el I Ching llama “Dicha” o “Ventura”.

Pueden entonces ser palabras clave para la interpretación de esta carta: elemento fuego, estable - amabilidad – estímulo suave recurrente – armonía – movimiento constante suave – blandura – atención serena – alegría sencilla – entusiasmo sin euforia